sábado, 26 de julio de 2014
martes, 15 de julio de 2014
LA PÉCORA PALABRA
De entre los avernos escudriña arañando el fango,
Recta sigilosa entre sombras de desgano.
Confabula su miseria sentada a la mesa con la falacia,
Riendo por la espalda con ironía entre dientes.
Recta agazapada con el puñal que a sueldo cobra,
Con su buche cargado de cicuta que la embebe .
Del odio en cinta sus entrañas en tirones se desgarran,
Boquiabierta vocifera bocanadas de negra bilis.
Desfigurada por el sudor que su carne se come,
Tras la máscara de una apariencia oculta su espanto.
Vestida de harapos viuda de luz su estado firma,
Acechando en el silencio del bullicio se aprovecha.
Del oído del débil sagazmente con su gula se atraganta,
Lamiendo la mano del que bocado promete.
Entre dichos juega al póquer en su última tirada
Con los trapos que se lavan en el lodo del sepulcro.
Cuando su aguijón ya clava en el seno de su víctima,
Constrictora sin piedad , quita el aliento hasta la garganta.
Confiada se ciega ante la luz que contra la pared la acorrala,
Con la espada de la verdad perdió su lengua , la pécora palabra.
Autora: Ariel
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LUNA ESCARLATA
Mírame
En una cortina de humo, deja que tu mirada se cuele.
Será tu presencia indiscreta quien me hurte la calma.
En indecente propuesta mis manos te incitan,
Sabiendo tus ojos que en delirio me arrebatas.
Deséame
Se muerden los labios en ansia insistente.
Sedientas caderas se menean en tu aire.
Un bretel casquivano un hombro descubre,
Gota de sudor que desvaría hasta el escote.
Desnúdame
Un aliento en la nuca anuncia tus pasos,
Se eriza la piel corrompiendo la carne.
Impetuosa cremallera se desliza por la espalda,
Cayendo las prendas a los pies de mí arte.
Tócame
Un pañuelo de seda, me ciega en tu abismo.
Súplica de un saxo al
compás de tus manos.
Entre dientes te nombra lascivo un gemido,
Cascada en hilo que desborda los sentidos.
En la cuenta regresiva de tu cuerpo sobre el mío,
El amor, se hace de un beso a orillas de la boca.
Es la luna escarlata, que en su hoguera nos consume.
Cuando la mirada del deseo me desnuda con tocarme.
Autora: Ariel
domingo, 6 de julio de 2014
PLEAMAR
Me vestí de los versos del color del aura,
Dejando los aromas en la herencia de un libro viejo.
Siguiendo el vuelo de una gaviota en sus sueños,
Me recibió la memoria del azul del océano.
Bailaba la espuma en el sicario del cuerpo,
Mientras los rayos de sol me devolvían al templo.
La melancolía se despedía con un pañuelo del viento.
Cubierta de nácar, la ilusión nadaba a la deriva del silencio.
Danzando los corales, en la pureza que destrenzaba los cabellos.
Se despertó la inmensidad del sabor alado de tus besos.
Mensajeras las nubes, me delineaban con la caricia de sus dedos,
Reflejando en las olas el rostro del místico firmamento.
La dulzura hacía de faro en el amor que por ti siento,
Para encontrarnos al final del horizonte en secreto.
Amándonos en el ocaso del mar y el cielo.
En gotas de lluvia llorabas de emoción sobre mi pecho,
Evaporando a tu fuente la sal, del arcoíris de mis besos.
La luna de bronce se unía en la triada del sentimiento;
Y en el pleamar , escrito en la arena, un eterno te quiero.
Fue entonces que el final retorno a su comienzo,
Esfera de gotas donde se plasmó el universo,
Partiendo, en su creación, a las aguas entre el mar y el cielo.
Aún se escucha , traídos por el eco, recitar a una sirena.
Los poemas de amor entre la luna , el mar y el cielo.
AUTORA: ARIEL
Derechos reservados de autor
EQUINOCCIO DE OTOÑO
Vuelvo a la casa de los recuerdos
Con los espíritus arrastrando mi sombra.
Caricias hurtadas lamiéndose entre sueños
Donde marcan mis versos marchitas amapolas.
Guarecieron las penas en la estación de la melancolía,
Acordes en arpegio entre tu noche y mi día.
Desde antes de pensarte mi alma ya era poeta,
Mojando mi pluma en la tinta de mi sangre muerta.
Mientras por el ojo se hilvanaba el hilo de la vida
Desojando el amor, la hojarasca en sepia me cubría.
En el regazo de un chopo la risa se quedaba dormida.
Primeras lágrimas de lluvia se embalsamaban en resina.
Naciendo el principio donde es el final el que perece,
Las arrugas de la tristeza bajo la corteza, se hacían perennes .
Mis venas en rama acompañaban en su baile al viento,
Y la tibieza, aún en el cuerpo , bostezaba el sentimiento.
Emigraban las golondrinas con mis anhelos,
Anidando en tu pecho cuanto yo te quiero.
No hay primavera sin otoño ni muerte sin vida.
Equinoccio entre tu alma y la que ya no es mía.
Derechos reservados de autor
Autora: Ariel
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