Los inviernos siguen haciendo mella,
al igual que los ladrones de guante blanco
que roban besos a la luna roja.
Su alma baila sola,
pero su boca,
esa si
que sabe a amapolas y rayos.
No es casualidad,
sino una perrería del destino
que se obstina con jugar
a la ruleta rusa a oscuras,
mientras pierde el sentido.
Así que si quieres echarle la culpa
a alguien,
que sea a él
y no a su aroma.
Si eso pregunta a Ulises,
que no la escuchó
pero la vio desnuda
mientras le hizo creer moría.
En definitiva
el frío se ausentó por siete segundos,
infinitos si,
o al menos eso les pareció a sus labios
que juzgaron y perecieron a la vez.
La noche no suele dejarse probar a menudo,
para eso existen los eclipses
que tientan a los sentidos
a ser permisivos mientras dure.
Si,
mientras dure el invierno
y luego ya verás
como al final,
antes de enamorarse
te olvida,
o al menos es lo que
te hará creer.
Autora: Mariana Regueiro. Ariel
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